EPIC HACE UN LLAMAMIENTO POR LA IGUALDAD SALARIAL EN LA NUEVA NORMALIDAD POST-PANDÉMICA

19 Apr 2022

La crisis de COVID-19 tuvo un efecto casi inmediato en el empleo de las mujeres, con despidos masivos y suspensiones laborales que afectaron de forma desproporcionada a las industrias que emplean a mujeres. Las mujeres representan el 39% del empleo mundial, sin embargo, concentran el 54% de la pérdida total de puestos de trabajo. La OIT calcula que en 2021 habrá 13 millones menos de mujeres empleadas en comparación con el periodo anterior a la pandemia, mientras que el número de hombres que trabajan probablemente se recuperará hasta alcanzar los niveles que exhibían antes de la crisis.[1]

Las mujeres también tienen más probabilidades que los hombres de trabajar en los segmentos más vulnerables de la economía informal como trabajadoras domésticas, trabajadoras a domicilio en los niveles más profundos de las cadenas mundiales de suministro, o como trabajadoras familiares auxiliares. En consecuencia, gozan de un bajo nivel de protección contra los despidos y un reducido acceso a la protección social, incluida las licencias por enfermedad remuneradas o tiempo libre para cuidar a los familiares enfermos.

Las trabajadoras esenciales han arriesgado sus vidas para ayudar a nuestras comunidades durante la crisis de COVID-19, pero a menudo siguen penalizadas significativamente en materia salarial. En todo el mundo, las mujeres representan el 70% del personal sanitario y, en la mayoría de las regiones, constituyen más del 80% del personal de enfermería y trabajo social. En los Estados Unidos de América, por ejemplo, los trabajadores esenciales de los servicios asistenciales percibieron un 18% menos que otros trabajadores calificados como esenciales durante la pandemia. Los países del África Subsahariana cuentan con más de 900.000 trabajadores sanitarios comunitarios que apoyan sus frágiles sistemas de salud, y más de dos tercios de estos trabajadores de primera línea son mujeres. El 86% de estos trabajadores de primera línea no son remunerados.[2]

A medida que la economía se recupera de la pandemia, el camino hacia la reincorporación y la participación en la fuerza de trabajo podría ser más empinado para las mujeres debido a que necesitan adquirir nuevas competencias o encontrar nuevas oportunidades de empleo. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres reflejan la discriminación, los prejuicios y las normas sociales, que se reproducen también en las empresas. Estas diferencias crean enormes disparidades en los ingresos a lo largo de la vida, que refuerzan continuamente la situación de desigualdad de las mujeres en el mercado de trabajo y en el lugar de trabajo.

El Día Internacional de la Igualdad Salarial sirve para recordar las persistentes y omnipresentes desigualdades que existen en el mundo del trabajo e insta a todos los agentes a adoptar medidas decididas para lograr la igualdad salarial por un trabajo de igual valor y acabar con las diferencias salariales entre hombres y mujeres.

Para conmemorar este acontecimiento, la Coalición Internacional para la Igualdad Salarial (EPIC) organizó un evento virtual a nivel mundial, centrado en los esfuerzos de los principales actores del mercado de trabajo por garantizar que la igualdad salarial siga siendo un componente fundamental de las respuestas a la pandemia en todo el mundo y para reconocer plenamente la contribución de la mujer a la recuperación de la crisis de COVID-19. Con la participación de gobiernos como el de Islandia, Panamá, Costa Rica y Ucrania, representantes de los trabajadores y de los empleadores, la sociedad civil, el sector privado y el mundo académico, el evento renovó el compromiso de reducir la brecha salarial de género en todas las regiones y sectores para construir mejor tras la pandemia de COVID-19.

El acto se inició con un mensaje de vídeo de la Primera Ministra de Islandia, S.E. Katrín Jakobsdóttir, en el que insta a eliminar por completo la brecha salarial entre hombres y mujeres en el marco de la recuperación económica tras la pandemia de COVID-19. Hizo hincapié en que, en la mayoría de contextos, se trata de mujeres que cuidan de los enfermos, los ancianos y los niños pequeños, y que “en nuestro camino hacia la recuperación tras la pandemia de COVID-19, es muy importante que reconsideremos el valor que, como sociedades, atribuimos a estos trabajos de inmensa importancia”.

Sharanjit Leyl, periodista de noticias internacionales y moderadora del acto, suscribiendo la intervención de la Primera Ministra, señaló que la pandemia ha ampliado la brecha de pobreza en razón del género y, en algunos casos, incluso ha revertido los avances económicos que las mujeres habían logrado en los últimos años. Seguidamente, la Sra. Leyl dio la palabra a un grupo de expertos en igualdad salarial procedentes de diversos sectores, entre ellos:

• E. Dayra Carrizo, Viceministra de Asuntos Exteriores, Panamá
• María Picado Ovares, Coordinadora, Departamento de Políticas Públicas, INAMU, Costa Rica
• Andrii Radchuk, experto gubernamental, Ministerio de Economía, Ucrania
• Abdessatar Mouelhi, Director, Instituto Nacional del Trabajo y Estudios Sociales (INTES), Universidad de Cartago, Túnez
• María Paz Anzorreguy, Directora de Coordinación con la OIT, OIE
• Louisa Thipe, Segunda Vicepresidenta del Congreso de Sindicatos Sudafricanos
• Anika Dorothy Jane, Coordinadora del África Oriental, AMPLIFY

Los participantes coincidieron en que no bastan las intervenciones unilaterales para reducir la brecha salarial de género en un mundo post-pandemia, haciendo hincapié en la necesidad de una colaboración multisectorial y de múltiples partes interesadas en la lucha por la igualdad salarial. “Los empleadores no pueden hacerlo solos”, subrayó la Sra. María Paz Anzorreguy, Directora de Coordinación con la OIT de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), y añadió “es importante contar con el apoyo de los gobiernos para aumentar la toma de consciencia de la sociedad sobre este tema”. Louisa Thipe, segunda vicepresidenta del Congreso de Sindicatos Sudafricanos, señaló que la política por sí sola tampoco es suficiente, afirmando que “la legislación sobre la igualdad en el empleo no aborda los factores que conducen a la sobrerrepresentación de las mujeres en los trabajos precarios, informales y mal remunerados”.

Los representantes gubernamentales del grupo de expertos ilustraron la necesidad de contar con la participación de múltiples partes interesadas en sus respectivos contextos. El Dr. Abdessatar Mouelhi, Director del Instituto Nacional del Trabajo y Estudios Sociales (INTES) de la Universidad de Cartago, señaló que el gobierno tunecino está trabajando para institucionalizar el apoyo a la iniciativa empresarial de las mujeres, incluso a través de asociaciones estratégicas con bancos locales e instituciones financieras a fin de invertir en mujeres tradicionalmente olvidadas en la economía. El Dr. Mouelhi subrayó que los proyectos destinados a promover la igualdad salarial y la igualdad de género de forma más amplia en el contexto tunecino dependen en gran medida de asociaciones triangulares entre las organizaciones internacionales, los empleadores y la comunidad empresarial, y las organizaciones regionales de la sociedad civil. El Sr. Andrii Radchuk, experto gubernamental del Ministerio de Economía de Ucrania, afirmó que las asociaciones tripartitas fueron cruciales para reducir los efectos de las medidas estrictas de confinamiento en las primeras fases de la pandemia, y declaró que “la participación de todas las partes en el diálogo relacionado con el confinamiento contribuyó a obtener diversas perspectivas y … a introducir una cuarentena más flexible y adaptable que finalmente evitó el colapso de nuestra economía”.

S.E. Dayra Carrizo, Viceministra de Relaciones Exteriores de Panamá, destacó que la promoción de una cultura de medición de datos y transparencia salarial en las instituciones públicas y privadas ha permitido a Panamá conocer mejor la realidad de las diferencias salariales entre hombres y mujeres en el país. La Sra. Carrizo dijo que la promoción y aplicación por parte de Panamá del Programa del Sello de Igualdad de Género, así como la herramienta de Diagnóstico para la Igualdad de Remuneración (DIR) elaborada por ONU Mujeres, han dado a los actores públicos, privados y de la sociedad civil puntos de entrada clave para reducir colectivamente la brecha salarial de género en todo Panamá.

La Sra. Leyl complementó estas intervenciones planteando su preocupación por la igualdad de representación en los puestos de poder y de toma de decisiones. “Según un informe de ONU Mujeres”, señaló la Sra. Leyl, “las tasas más bajas de puestos directivos ocupados por mujeres se constatan en realidad en sectores como la sanidad, en los que predominan las mujeres”. La Sra. Anika Dorothy Jane, Coordinadora del África Oriental en AMPLIFY, abundó en este punto, subrayando que los espacios de toma de decisiones interseccionales e intergeneracionales son fundamentales para reducir la brecha salarial de género. “Seguimos teniendo salas llenas de hombres del mismo color y de la misma edad, y esto tiene que cambiar”, subrayó la Sra. Jane. Sin embargo, la Sra. Jane subrayó que un enfoque verdaderamente interseccional e intergeneracional para lograr la igualdad salarial para todos no consiste simplemente en añadir a la mesa a los que tradicionalmente se quedaban atrás, sino en formar a los líderes del mañana en cuanto a la manera de aplicar y hacer efectivos los principios de la igualdad salarial.

La Sra. María Picado Ovares, en representación de la oficina de la Sra. Marcela Guerrero Campos, Ministra de la Condición de la Mujer de Costa Rica, añadió que la segregación horizontal del mercado de trabajo —según la cual mujeres y hombres ocupan distintas industrias y distintos puestos dentro de esas industrias— alimenta la desigualdad de género y exige medidas de recuperación con perspectiva de género ante crisis como la pandemia de COVID-19. En un esfuerzo por superar esta segregación del mercado de trabajo, Costa Rica está trabajando estrechamente con el Ministerio de Educación Pública a fin de desarrollar proyectos que garanticen que el sistema educativo proporcione a los niños y las niñas las competencias necesarias para que puedan definir sus propios intereses, en lugar de depender de roles y normas prescriptivos.

Tras las intervenciones del grupo de expertos, representantes de los Estados Unidos de América —un nuevo miembro de EPIC— realizaron una intervención pregrabada sobre la situación de la igualdad salarial en ese país. La Sra. Wendy Chun-Hoon, Directora de la Oficina de la Mujer, y la Sra. Thea Lee, Subsecretaria Adjunta de Asuntos Internacionales, ambas del Departamento de Trabajo de EE.UU., manifestaron que los Estados Unidos de América están situando a las mujeres en el centro de su plan de recuperación tras la pandemia de COVID-19 y esforzándose por hallar la manera de mejorar los resultados del empleo de las mujeres en toda su diversidad. “Lo hacemos trabajando para aumentar la transparencia salarial, acabar con la segregación laboral, eliminar la discriminación, aumentar el acceso a las licencias remuneradas y al cuidado de los niños y los ancianos, con el fin de construir la economía que todos necesitamos para prosperar”, dijo Chun-Hoon.

Para clausurar la conmemoración virtual del Día Internacional de la Igualdad Salarial, la Sra. Leyl dio la palabra a los directores de las tres organizaciones, OIT, ONU Mujeres y OCDE, que hicieron un llamamiento a aplicar estrategias con perspectiva de género que sean inquebrantables en la respuesta en curso a la pandemia de COVID-19.

El Sr. Guy Ryder, Director General de la OIT, afirmó que “la OIT ha hecho un llamamiento para una recuperación centrada en el ser humano, que no es una simple lista de las cosas que realmente debemos hacer, sino un intento de integrar los enfoques políticos para que estos sean objetivos que se refuercen a medida que nos recuperamos”. El Sr. Ryder hizo hincapié en que, a pesar de los compromisos formales asumidos por los gobiernos a fin de reducir las diferencias salariales entre hombres y mujeres tras la pandemia, los mercados aquejados por la de segregación laboral, la distribución desigual del trabajo asistencial no remunerado y la abrumadora falta de transparencia salarial son exponentes de la desigualdad salarial que requieren la intervención de múltiples partes interesadas.

El Sr. Mathias Cormann, Secretario General de la OCDE, añadió: “Las políticas para apoyar la igualdad de género ahora no son fundamentalmente diferentes de las que eran necesarias antes de la pandemia”. Para abordar la brecha salarial de género, el Sr. Cormann destacó que la OCDE llevará a cabo un examen de las políticas de transparencia salarial en todos los países de la OCDE, publicará un informe que evaluará los avances de los países de la OCDE en materia de igualdad de género con medidas específicas sobre la igualdad salarial, y mantendrá su compromiso continuo con EPIC, así como con ONU Mujeres y la OIT.

La Sra. Pramila Patten, Directora Ejecutiva Interina de ONU Mujeres, partiendo de estas reflexiones, instó al establecimiento de una serie de requisitos previos a corto y largo plazo para reducir la brecha salarial de género y lograr un trabajo decente para las mujeres en toda su diversidad, en concordancia con los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres[3], entre ellos:

• Aumentar los salarios mínimos, ya que muchas mujeres están concentradas en la parte inferior de la distribución salarial;
• Promover procesos de empleo equitativos y no discriminatorios, incluida la transparencia salarial;
• Conceder licencia parental remunerada;
• Apoyar acuerdos de trabajo más flexibles;
• Apoyar la negociación colectiva;
• Aumentar los salarios en los sectores en los que la mayoría de los trabajadores son mujeres, como la asistencia sanitaria, infantil y social, así como la asistencia sanitaria comunitaria;
• Dejar de tomar como base la historia salarial para determinar los salarios actuales, ya que la historia salarial, es decir los salarios anteriores de un trabajador, no debe determinar el nivel de su salario actual o futuro; y
• Asignar un presupuesto específico (temporal) para ajustar la remuneración en los casos en que las diferencias salariales se expliquen por la discriminación de género.
Las desigualdades entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo, que se han agravado durante la pandemia de COVID-19, persistirán en un futuro próximo. Por lo tanto, es necesario realizar esfuerzos extraordinarios para poner en marcha estrategias que tengan en cuenta las cuestiones de género y que tengan como objetivo el empleo pleno, productivo y libremente elegido y el trabajo decente para todos, con un mayor enfoque en las necesidades de los más vulnerables y más afectados por la pandemia. Una recuperación equitativa e intensiva en la creación de puestos de trabajo, unos mercados de trabajo no discriminatorios y unas economías que tengan en cuenta los cuidados son la única vía para aumentar la resiliencia ante crisis como la pandemia de COVID-19 y para abordar las persistentes desigualdades de género en el mundo del trabajo.

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[1] OIT, julio de 2021. Construyendo un futuro más equitativo: Los derechos de las mujeres al trabajo y en el trabajo están en el centro de la recuperación de la COVID-19.

[2] ONU Mujeres, septiembre de 2021. Más allá de la COVID-19: Un plan feminista para la sostenibilidad y la justicia social.

[3] ONU Mujeres, 2020. Nota de orientación sobre los principios de empoderamiento de las mujeres (WEP por su siglas en inglés): Reducir las diferencias salariales entre hombres y mujeres para lograr la igualdad de género en el trabajo.